El coaching como proceso de autodescubrimiento para interaccionar de una forma constructiva y transformadora con nuestra vida personal y profesional, se nutre de diversos recursos y herramientas; uno de ellos es la Metáfora.
A través de la Metáfora, el Coach se convierte en la persona donde se reflejan los contrasentidos, incoherencias y desatinos del cliente-coachee, con el objetivo de provocar en éste, un “darse cuenta” como medio de encontrar nuevas formas de alcanzar sus metas.
Ejemplo práctico: un caso vivido
Lo explico con una situación concreta que viví:
- Tengo una sensación que me acompaña de un tiempo a esta parte que no me hace estar a gusto conmigo mismo. Me decía un reconocido directivo y amigo.
- ¿A qué te refieres con esa “sensación de no estar a gusto”? Le pregunté.
- De un tiempo a esta parte, me comentaba, no tengo un adecuado control emocional, es como si estuviera en una montaña rusa. Unas veces eufórico…me puedo comer el mundo, sin embargo, en otras ocasiones y sin razón aparente, me encuentro sumido en una profunda inquietud. Como si no tuviera ganas de nada, como sin ganas de hacer cosas.
- ¡Ya ves! Tú me conoces de hace tiempo, y sabes que yo me he caracterizado por comerme el mundo, por no amilanarme ante nada y sin embargo ahora, que no soy un “pipiolo”, que tengo camino recorrido, que tengo una posición ganada a base de demostrar, ahora, precisamente ahora, me encuentro con que estoy arriba y abajo en mi quehacer diario. Esto me preocupa por partida doble, por una parte, con relación al equipo, que sabes que dirijo. Me imagino que esta situación se reflejará en mi relación con ellos y supongo que este desconcierto será percibido por ellos.
- Pero, de todas formas, me preocupa más por mí. El no sentirme a gusto, cuando lo tengo todo para estarlo, me hace perder más los nervios, me hace llevar esta situación de una forma desalentadora.
La metáfora como reto: el ejercicio
Lo conocía desde hace mucho tiempo, sabía que era una persona que había tenido claro siempre lo que quería. Que no se había arrugado ante las adversidades, que luchaba por lo que quería. Era un emprendedor nato a la vez que entusiasta, su optimismo le precedía en sus acciones, y encontrarse en la situación actual, entendía que le produjera esa sensación. Dado que estábamos plácidamente tomando café en su casa y que teníamos tiempo por delante, le propuse un juego.
- ¿Quieres que experimentemos? Le pregunté.
- ¡Claro! ¡Vamos allá! Fue su respuesta.
Le propuse que buscara por la casa diferentes utensilios (telas, tijeras, maquillaje, colores …..)
Cuando los hubo encontrado, le pedí que pensara en el primer cuento que le viniese a la cabeza, aquel que recordase que le contaba su madre antes de dormir, o simplemente alguno que hubiera leído recientemente.
Estuvo unos minutos absorto, recorriendo con su mirada interna los espacios destinados al recuerdo, hasta que, moviéndose de forma compulsiva soltó un contundente e ilusionado:
- ¡Ya lo tengo! Y además, ¡me encanta!
- Bien, perfecto, le contesté. Ahora fíjate en todos los personajes o papeles que intervienen en el cuento, recórrelos, piensa en ellos. ¿Los ves?
- Claro, contestó.
- Bien, pues ahora elige al personaje o papel antagonista del cuento, aquel que se encarga de oponerse a todo lo que el protagonista del cuento hace. No es necesario que sea un personaje físico, puede ser un pensamiento que albergue el protagonista y que se encargue de frenarle, o que simplemente le lance pensamientos limitantes.
- Bueno, ya lo tengo, me contestó. Me ha costado, pero lo tengo. Sabes el cuento es ese que…
- ¡No me lo cuentes aún!, le interrumpí, más tarde tendremos oportunidad, ahora solo me interesa que esté en tu interior.
- ¡No me fastidies! Pero yo creo…
- Confía en mí, le dije.
- Bien, le seguí diciendo, ahora lo que debes hacer es disfrazarte con el ropaje que crees que tendría dicho personaje, espíritu o idea del cuento que has elegido.
Se arregló, como bien pudo, hasta que sintió que el disfraz puesto en él representaba perfectamente a ese personaje que él había elegido. Se situó delante de un espejo de cuerpo entero y le dije:
- Háblale al espejo en primera persona de quién eres tú, entendiendo como TU al personaje que estás representando. Cuáles son sus características, sus motivaciones, etc., pero siempre en primera persona.
Se quedó descolocado, le costaba horrores que las palabras se ordenaran en su cerebro de forma coherente.
- ¡Cuéntale!, Le dije.
Empezó a decir:
- El cuento que he escogido es el del aguador que se ganaba la vida llevando agua del arroyo a la aldea cercana, donde la vendía. Lo hacía transportando a sus hombros una especie de yugo de madera del que cuelgan de cada extremo, dos vasijas de barro. Una de ellas, la que estaba a su derecha, estaba ligeramente resquebrajada, por lo que iba rezumando agua en el camino.
- Al llegar a la aldea, nunca estaba tan llena como la vasija que estaba intacta, y eso le hacía sentirse mal y culpable con respecto a su dueño, sentía que la confianza que su dueño depositaba en ella, no era recompensada por su actuación.
- Entendiendo su tristeza, el aguador le hizo recorrer el camino de vuelta mostrándole que, por el lado del camino que ella recorría todos los días hacia la aldea, se encontraba reluciente de verdor y flores que crecían gracias al agua que ella rezumaba, mientras que la otra parte del sendero permanecía seca e inhóspita.
- No obstante, continuó diciendo mi amigo, no acabo de verlo claro, como la vasija que pierde…
- Céntrate en descubrirte como personaje antagonista que eres. Le dije.
Descubrimiento y toma de conciencia
Se concentró y empezó a describirse como la parte negativa del cuento que era.
- Soy el espíritu del reproche agorero, que te persigue en todos tus actos, el que, en un momento determinado cree que no vale la pena continuar.
Fue diciendo hasta que acabó su alegato, palabras como pesimismo, derrota, inutilidad, etc. aparecían constantemente en la descripción de su personaje.
Permaneció en silencio durante unos largos e intensos minutos. Dejé que el tiempo fluyera tranquilamente, vigilé su respiración que se había vuelto agitada. Cuando observé una cierta normalidad le pregunté:
- ¿Qué has visto de ti en esto?
Siguió sumido en el silencio, con la mirada perdida, cabizbajo, como explorando en un interior que, hasta ese momento, había permanecido oculto para él. Una lágrima recorrió su mejilla.
Al final, después de otros intensos minutos empezó a contar:
- Es como si hubiera sido un flash fotográfico. Una luz que ha iluminado y dejado ver algo que, ni por un atisbo pensaba de mí.
- Me he dado cuenta que, de alguna manera, me cuestiono continuamente lo que estoy haciendo. Pero lo curioso del caso es que me lo cuestiono desde la perspectiva del inconformismo, de la derrota, de la inutilidad, de la melancolía
- En este tipo de cuestionamientos hago que los demás se pierdan, y que yo entre en el terreno de la indecisión, perdiendo, con ello, espontaneidad.
- Lo hago porque lo siento, pero al cuestionármelo con tintes negativos, pierdo seguridad y confianza, y con ello el ¡DISFRUTE!
- Me acabo de dar cuenta que, mucho de mi optimismo y empuje era como una huida hacia delante, como modo de no querer ver ese pesimismo que hay en mí.
- Lo curioso del cuento que has escogido, le comenté, es que la vasija tiene la percepción de inutilidad y fracaso no por la observación de sí misma, sino por la comparación con la otra vasija. Ese mirar y compararse con los demás, hace que pierda la noción de lo buena que es y del bien que está haciendo. Tan malo es ver la botella medio vacía (pesimismo) como medio llena (optimista). El secreto está en saber que la botella está llena por la mitad.
La esencia de la metáfora como herramienta de coaching
La esencia de la metáfora como reto en el Coaching, es proponerte un desafío que te haga tomar conciencia de tu realidad actual, que te haga adquirir un mayor nivel de conciencia de lo que pasa.
Este reto tiene que cumplir la condición de ser llevado a cabo con cariño, con respeto y teniendo en cuenta los límites que tu cliente te va poniendo.
El objetivo es enfrentarse a los frenos que nos estamos poniendo en este preciso momento de nuestra vida, a base de despertarse a una realidad distinta a la conocida por el cliente, como forma de explorar nuevas formas y visiones, y con ello, alternativas distintas a las que uno habitualmente usa.
Lo cierto es que la metáfora es una forma cariñosa y sutil de desafío eficaz, que te hace ver tu realidad desde otro plano y con ello te invita a crecer y progresar desde tu propio descubrimiento.
Si estás interesado en conocer más del mundo del coaching, y cómo puede ser útil para tu vida, personal y profesional, te invitamos a visitar nuestro servicio de coaching en Alicante.
Fco. (Quico) Blanes / Crecer Talento