¿ME SIENTO VÁLIDO O ME SIENTO UN IMPOSTOR?

Te propongo que recuerdes, a lo largo de tu vida, diez situaciones que hayan sido un logro para ti, tómate tu tiempo, y escríbelas.

Tras ello, relaciona al lado de cada logro qué habilidades y cualidades tuyas te han permitido conseguirlo.

Ahora, reflexiona sobre estas cuestiones:

  • ¿Cuántos logros has recordado y escrito?
  • ¿Te ha sido fácil y rápido recordar esos diez logros? ¿Y tus habilidades y cualidades?
  • ¿Cómo te sientes de satisfecho/a, valorado/a y reconocido/a por ti mismo/a al recordar tus logros y habilidades?
  • ¿Qué definición de ti mismo/a tienes al reconocer estos logros y habilidades tuyos?
  • Ayer, ¿qué logro/s tuyo/s reconoces?

Si al hacerte la pregunta de los diez logros, han venido a tu mente con facilidad y has podido recordar diez o, incluso, más logros; si te sientes satisfecho/a, valorado/a y reconocido/a por ti mismo/a al recordarlos; si la definición que tienes de ti mismo/a está relacionada con que eres una persona valiosa, capacitada y suficiente para lograr aquello que quieras en la vida con tus habilidades; si has podido ver tus logros de ayer; entonces, eres una persona que reconoce y valora sus capacidades, sus cualidades y los resultados que consigue, requisitos necesarios para tener una óptima autoestima.

Es lo que llamamos “reconocimiento o referencia interna”, es decir, una persona ha de “valorarse y reconocerse a sí misma”, de forma objetiva y equilibrada, en base a lo que es (su propósito, objetivos, valores…), a su capacidad (habilidades, conocimientos, cualidades,…), y a lo que realiza y consigue, (logros, experiencias, fracasos y aciertos).

Si por el contrario, sólo has recordado pocos logros o ninguno; si no los reconoces como propios, sino como producto del azar, de la suerte, de las circunstancias, o de haber trabajado mucho y no tanto de tus habilidades; si no reconoces tus habilidades y cualidades como propias y válidas; si la definición de ti mismo/a es la de no ser suficiente, o no estar a la altura, o que no te lo mereces, o creer que has de esforzarte más o que necesitas ser perfecto/a; si no percibes los logros que tienes diariamente; entonces, puedes estar experimentando lo que se llama “el síndrome del impostor”.

¿QUÉ ES EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR?

El síndrome del impostor es un estado mental y emocional en el que no valoramos nuestros logros y habilidades, dudando de ellos, incluso aunque los reconozcan los demás.

Sería más acorde llamarlo el “síndrome de no ser suficiente”, ya que éste es el mensaje que subyace a nivel mental: no soy suficientemente capaz, ni valioso, ni competente, ni bueno, ni hábil, ni talentoso… no soy suficiente para merecerme logros, éxitos, reconocimientos…

A nivel emocional, las emociones y sentimientos que activa son, principalmente, el miedo, la ansiedad, el menosprecio, la insatisfacción, el estrés y la duda; pudiendo llevar a estados más graves de sentimientos de fracaso, desmotivación, depresión y bloqueo/pánico.

La persona que lo experimenta suele tener una alta autoexigencia; bajas autoestima y confianza en sí misma; ser perfeccionista; sentir miedo al fracaso y tener un juez interior muy crítico, que le lleva a compararse con los demás, sintiéndose inferior.

Es un mecanismo de autosabotaje, en el que la persona se esfuerza para conseguir algo y luego no se lo reconoce como suficiente; y o bien, puede decidir, no asumir nuevos retos por no verse capaz y tener miedo a fracasar.

COMPORTAMIENTOS DEL SÍNDROME DEL IMPOSTOR

Los comportamientos que genera el síndrome del impostor, aparte de lo ya mencionado, pueden ser: la necesidad continua de demostrar que se es válido (a través de los conocimientos y destrezas de la persona); el no pedir ayuda porque se interpreta que esto merma la valía de la persona; hacer que las cosas se logren a la primera, si no, es un fracaso; y llevar a cabo múltiples roles y tareas en todos los ámbitos de la vida de la persona para cumplir con altas expectativas en cada uno de dichos ámbitos.  

Suele tener su origen en la historia personal de la persona, en su infancia y entorno familiar, donde ha habido expectativas y exigencias altas (con respecto al rendimiento académico, a los comportamientos sobre lo que es ser bueno y responsable…); donde no se entienden los errores como parte del camino del aprendizaje y del éxito; con comparaciones y críticas frecuentes; con bajo o nulo reconocimiento objetivo y constructivo; con falta de confianza por parte de las personas que guiaban y tutorizaban (padres, tutores, etc.).

¿CÓMO SALIR DEL SÍNDROME DEL IMPOSTOR Y VALORARTE?

Para valorarte y reconocer tus logros y habilidades, sintiéndote suficiente y merecedor/a de los resultados de tus acciones, poniendo fin al “síndrome del impostor”, has de cambiar la forma de observarte y dialogar contigo mismo/a, y reconstruirte desde la base, es decir:

  • Definir quién eres (valores y cualidades esenciales), cuál es tu propósito (tu para qué) y qué te motiva e ilusiona.
  • Observar de forma objetiva tu realidad, diferenciando los hechos (comportamientos y acciones que realizas cada día), de las interpretaciones (pensamientos y creencias que tienes, que son sólo ideas y percepciones, no son la verdad de tu realidad).

Es importante diferenciar y separar los pensamientos y emociones que te hacen sentir no suficiente, de la realidad objetiva, por ejemplo: Si he logrado un ascenso profesional y pienso que ha sido por suerte o porque no había más candidatos, o por otra razón ajena a mis capacidades; he de identificar que estas interpretaciones no son la realidad, la única realidad es que he conseguido un ascenso, y las preguntas que me he de hacer son ¿qué ha visto la empresa de valioso en mi para asignarme dicho puesto? ¿qué voy a hacer yo para reconocerlo?

  • Identificar y cuestionarte las creencias y paradigmas que te limitan y te han estado condicionando para que te sientas un “impostor o no suficiente”. Una vez que te los cuestiones de forma objetiva, reformula esas creencias y paradigmas en forma posibilitadora, por ejemplo: si la creencia limitante es “los demás son mejores que yo tomando decisiones”, primero me la cuestiono observando mi realidad objetiva e identificando todas las situaciones en las que he tomado decisiones y han tenido un resultado acorde a la decisión adoptada, para luego formular la creencia posibilitadora que podría ser “yo soy capaz de tomar mis propias decisiones”.
  • Diariamente, hacer un análisis y reconocimiento objetivo de lo que querías hacer ese día, las acciones y comportamientos que has llevado a cabo para ello, y los resultados que has obtenido; con objeto de valorarte y reconocerte.
  • En cualquier caso, si necesitas más información y recursos para valorar y reconocer tus logros y valía, desde el coaching podemos acompañarte para que tengas una mirada más completa, objetiva y justa de ti mismo/a.

“Soy valioso, sólo por ser”

Mª Jesús Aroca / Crecer Talento

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